Madrugadores de Providencia

Avatargrupo abierto de varones que se asemejan a una reunión de publicanos y pecadores en torno a la mesa con Cristo, cada sabado por medio a las 7am a rezar, celebrar una Liturgia y compartir un desayuno.

Madrugada Aniversario


Han pasado 12 años desde que aquel 5 de octubre de 2002, un grupo de varones se reunió a las 7:00 a.m. con el único fin de orar al Padre Creador de todo lo bueno.
Muchos han pasado por el grupo, algunos efímeramente, otros buscando algo que no encontraron, otros no era lo que pensaban, etc.
De aquella época quedan algunos sobrevivientes, que han sido capaces de mantener viva la llama de la fe, a pesar de las vicisitudes de la vida, en un horario y día en que la enorme mayoría de las personas dedica al descanso; pero aún así son capaces de vencer todas estas tentaciones, simplemente para agradecer.
Desde un principio se pensó en la asistencia de un sacerdote para celebrar los 12 años con una misa; pero no fue una tarea fácil conseguir la presencia de un Presbítero que oficiara. Recién el viernes, a menos de 24 horas de la reunión, un sacerdote misionero dijo: “pero como se les ocurre hacer esto tan temprano… por esta vez yo los ayudo, ¿dónde hay que estar?” Prevaleció por sobretodo su espíritu por la misión y el servicio. Al mismo tiempo que la hna. Sacristana del santuario, indicaba que tenía todo lo necesario para el oficio, notable.



Temprano llegó el P. Armando, quien se encontró con Carlos Eugenio, que fue recogido por Roberto desde el terminal de buses, ya que venía viajando toda la noche desde La Serena para estar presente en esta celebración.
Poco a poco fueron llegando los participantes: Marco, Cristián, Fernando, Claudio, el otro Marco, Alfredo, Roberto, Juan, Pedro, el otro Pedro, Ricardo, Juan Carlos…., otros no pudieron llegar por compromisos adquiridos, pero estaban ahí con nosotros.
Comenzaron los acordes de “hemos llegado hasta aquí…”, lo que permitió que algunos antiguos recordaran madrugadas pasadas.
Se celebraba la fiesta de san Francisco de Asis, muy adecuado para la ocasión porque nos recuerda que no es necesario tener todo para proclamar la palabra de Dios, sólo basta abandonarse en Él y todo llega por añadidura.
Obviamente, el desorden se produjo en el saludo de la paz…


El sacerdote dejó un tiempo para agradecer, lapso que se hizo muy corto porque es mucho lo recibido y poco lo agradecido.
Y, obviamente, la consagración a María; porque no cabe duda que todo lo vivido ese sábado se debió a la intercesión de ella, aunque no lo hayamos pedido; pero aún así intervino, y si así fue, es porque era bueno.
Después la foto de reglamento, la que sirve de certificado o salvoconducto.


El desayuno fue de aquellos, bendecido con un canto y… al ataque, una de las primeras cosas fue preparar un par de sándwiches para los porteros del colegio, quienes siempre nos reciben con el agua caliente, nos guardan la caja de las vituallas y siempre, pero siempre, hay una amable sonrisa. Curiosamente quedó jamón, queso, pan y mantequilla, no mucho, pero quedó.
Nuevamente hemos palpado un regalo más de nuestro misericordioso Creador. No debemos esperar grandes momentos, como este, para “alabar, agradecer, bendecir y adorar”, sino que debemos hacerlo en cada momento, puesto que la belleza de la creación también se encuentra en las pequeñas, imperceptibles y cotidianas cosas.



El resto de la historia se conocerá con el paso de los años, pero se sabe…
«Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt. 18,20).

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